Una llamada al papel de la mujer en la evolución humana y en la investigación científica.

Víctor Meseguer | Valentín Molina

Codirectores Académicos de la  Cátedra Agringenia-Nutripeople de Economía Circular y RSC de la UCAM

Desde que el Homo Sapiens adoptó la posición bípeda ha contribuido al desgaste medioambiental. Justo en este preciso momento de la historia, la especie humana tiene que preguntarse si el actual modelo de producción de bienes y prestación de servicios, basado en el paradigma de la economía lineal, es el más adecuado para preservar nuestra propia supervivencia y la del planeta en los próximos años.

Ciertamente, el modelo de la economía lineal ha posibilitado altos niveles de crecimiento y de formación bruta de capital, así como de bienestar económico neto. A pesar de ello, se han generado una serie de externalidades negativas de grandes dimensiones por el uso intensivo de materias primas y recursos energéticos, mal combinado con la utilización de procesos industriales productivos fisicoquímicos que no han considerado los frágiles equilibrios biológicos y ecológicos de nuestro planeta. Estas externalidades incluyen desde los denominados gases de efecto invernadero y huella de carbono, huella hídrica, huella plástica y toxicidad ambiental; hasta la pérdida de biodiversidad, generando bolsas de pobreza y una desigualdad en la distribución de la riqueza.

Desde una visión distópica, el ser humano tiene que frenar este futuro post-apocalíptico. Por ello, es necesario que desde las universidades se aporten teorías, prácticas y reflexiones que ayuden a los distintos sectores productivos a moverse hacia un nuevo modelo económico que garantice la sostenibilidad a largo plazo.

“Tenemos que trabajar con el convencimiento de que se pueden cambiar y mejorar las condiciones de vida. No solo de nuestra especie, sino de toda la gran diversidad de nuestro planeta que hace posible el milagro de nuestra propia existencia en la tierra” me comenta Reyes Samper. “Y esto pasa por lograr un desarrollo empresarial sostenible, a fin de no amenazar las oportunidades futuras y las capacidades de la empresa o la sociedad” sentencia Gema Alcázar, ambas promotoras de la Cátedra de Economía Circular y RSC de la UCAM. 

Nos encontramos ante la etapa denominada “Antropoceno” en la que debemos avanzar hacia un nuevo paradigma que reduzca, mitigue o elimine por completo o en gran medida las desfavorables consecuencias humanas de las que hemos hecho responsable a nuestro planeta. En relación, a este problema la ONU decidió crear la agenda 2030, con el objetivo de establecer un marco de referencia y evolucionar hacia un nuevo sistema económico que tenga en cuenta que las dimensiones económicas, sociales o medioambientales, deben ir al unísono de las naciones. 

 

Para poder conseguir estos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se han planteado varias preguntas como: ¿qué tipo de actuaciones se deben de llevar a cabo? o ¿cómo se pueden implementar estas acciones utilizando el nuevo paradigma de la economía circular para alcanzar los 17 ODS? Por cierto, nosotros identificamos los ODS con el mandato del Papa Fran­cisco de cuidar la Casa Común.

Es inevitable pensar que hacen falta nuevas referencias en el paradigma de la Economía Circular, entendida esta como una nueva forma de hacer, usar y diseñar productos teniendo en cuenta la biocapacidad del planeta tierra. Una economía restaurativa y regenerativa por intención, en la que los recursos son finitos y que, además, para su producción se deben de tener en cuenta un flujo de circularidad que minimice los residuos generados y los desperdicios (al final de su vida útil, tendrá una aplicación en otro proceso, convirtiéndose en un nutriente tecnológico que imita el ciclo de los nutrientes biológicos). 

Este concepto económico tiene sus raíces en diferentes escuelas de pensamiento del campo de la sostenibilidad, en el que se han desarrollado a lo largo de muchos años teorías de desarrollo económico e industrial, como la Ecología Industrial, el diseño regenerativo o la biomímesis (basada en la observación y análisis de los procesos propios de la naturaleza para crear productos,  como el diseño de la cuna a la cuna). 

En el presente, sin dejar pasar más tiempo, precisamos de ideas eficaces para que la etapa del Antropoceno no sea solo conocida por las graves consecuencias que ocasionó a la Pangea, Gaia, Pachamama, o también, denominada Tierra. Y en cambio, pueda ser recordada por generaciones venideras como el momento histórico en el que se crearon soluciones, basadas en la propia observancia de los procesos creativos de los distintos ecosistemas.

Es el momento de darle sentido al verdadero significado de “Homo Sapiens” o también conocido como el “Hombre sabio” aprendiendo a respetar nuestro planeta, porque cuando esto suceda, empezaremos a respetarnos a nosotros mismos como especie, siendo merecedores de nuestra propia existencia vital. Una llamada al papel de la mujer en la evolución humana y en la investigación científica.  De momento, queremos expresar nuestro agradecimiento a Reyes Samper y Gema Alcázar.

 *Víctor Meseguer es Profesor de Universidad Privada e Investigador Principal del Grupo Responsabilidad Social, Economía Circular e Innovación de la UCAM y Valentín Molina es Catedrático de Universidad experto en Economía Circular. Ambos son codirectores de la Cátedra Nutripeople-Agringenia de Economía Circular de a UCAM.